miércoles, 16 de enero de 2008

Homenaje al emigrante ecuatoriano

España ha sido históricamente un país de emigración. Durante siglos los hombres y mujeres españoles han tenido que desplazarse en busca de mejores condiciones de vida. En la mayoría de las ocasiones por motivos económicos y en otras por causas ideológicas. En ambos casos la vida estaba en juego. O emigrar o morir. La rapidez y la forma de muerte era muy distinta en función de la causa de la emigración pero en ambos el resultado era el mismo.

Desde hace unos pocos años la emigración española ha disminuido hasta niveles nunca contemplados desde hace mas de cinco siglos. Hoy España se ha convertido en un país de acogida de emigrantes de muchas partes del mundo. Hay emigrantes comunitarios, de aquellos que aprovechando las ventajas de la desaparición de las fronteras encuentran en la península ibérica un lugar donde el clima y la calidad de vida es mejor que en su país. Hay emigrantes africanos, tanto del norte como del centro de África, que tienen que iniciar su trayecto en situaciones próximas a la heroicidad, arriesgando su vida en una travesía en condiciones infrahumanas. Hay emigración de América, principalmente del Sur y, de ella, es para mí de principal interés la que viene de Ecuador.

Miles, o mejor, cientos de miles, de ecuatorianos se han visto obligados a abandonar su familia, sus amigos, sus ilusiones, sus proyectos, su vida, en definitiva, para poder sobrevivir. Ecuador que ha sido un país de acogida, también durante siglos, se convierte de golpe en un país de emigración. La crisis de finales de los noventa, agravada por la dolarización, hizo desaparecer la clase media ecuatoriana y llevar a sus mejores hombres y mujeres a situaciones por debajo del umbral de pobreza como nunca antes se había conocido. La única salida era buscar la supervivencia fuera. Ir a los países fronterizos no solucionaba nada así que lo mejor fue buscar trabajo en Estados Unidos y en Europa. Las dificultades del idioma y de las costumbres eran y es un impedimento añadido. Sólo disponiendo de conocidos previamente instalados en USA se podría intentar la marcha hacia Norteamérica. Por tanto, había que intentar ir a España donde el idioma y los hábitos facilitaban la marcha. No obstante, lo que pareció fácil durante los primeros años de emigración se estropeó con las limitaciones legales a la emigración. Las barreras de entrada por el desconocimiento del medio, por los paisanos aprovechados que facilitaban contactos y facilidades a costes no siempre legales y por los alojamientos en condiciones de usura, se agravó con las restricciones legales.

A pesar de todas las trabas, cientos de miles de ecuatorianos han conseguido abandonar Ecuador para trabajar en numerosos países del mundo. Con las diferencias lógicas de los que trabajan en un país u otro, hay algo común a todos los emigrantes ecuatorianos: su deseo de sobrevivir y de obtener los ingresos necesarios para ayudar a los que se quedaron. No importa el esfuerzo necesario para conseguirlo, ni las condiciones de vida en las que se encuentran, su objetivo les lleva a superar todas las dificultades siempre con una sonrisa, siempre de buen humor.

Su esfuerzo y sacrificios están dando sus frutos. Las remesas son la principal fuente de ingresos de Ecuador y con ellas se está permitiendo que la vida en Ecuador se recupere. Las remesas suponen, en la mayoría de los casos cantidades superiores a los que el emigrante se queda para malvivir pero lo hacen convencidos que los que permanecen en Ecuador lo necesitan todavía más. No esperan reconocimiento por su sacrifico, lo hacen desinteresadamente pero ¿se está reconociendo la labor del emigrante en Ecuador?

En mi opinión creo que no suficientemente. El Gobierno de Correa es consciente de la importancia de las remesas y de cuando en cuando hace un guiño a los emigrantes pero a la hora de la verdad están lejos y como no pueden intervenir en las decisiones locales, se les da la mínima la atención. La suficiente para parecer que se preocupa de ellos pero poco mas y de tarde en tarde.

Peor aún es el agradecimiento que les da la población ecuatoriana. Siempre parece poco lo que envían y si en algún momento se retrasan en los envíos de dinero o lo disminuyen se les critica comentando que son unos egoístas y que seguro que estarán comprando cosas innecesarias para su propio disfrute sin pensar en las necesidades de su familia.

El emigrante ecuatoriano necesita un homenaje nacional y un agradecimiento personal de sus beneficiarios. Estos días, con el comienzo de un nuevo año es un buen momento para que se les transmita su cariño y para que el gobierno haga público un agradecimiento al esforzado emigrante.

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